En el liderazgo empresarial, existen dos “escuelas”. La vieja escuela basada en el control –que se enfoca en dar órdenes, seguir estrictamente los planes y confiar en el instinto– y la nueva escuela basada en la flexibilidad: que se enfoca en hacer preguntas abiertas, ajustarse a nuevos fines a medida que surge nueva información y depender de datos para hacer decisiones. Sin embargo, en un ambiente empresarial marcado por lo digital, es crucial que un ejecutivo exitoso sea bueno en ambas formas. Entonces ¿Cómo son estas tensiones entre ambos estilos de liderazgo y cómo se pueden navegar?En la vieja escuela, los líderes tenían experticia profunda y niveles de competencias incrementales. En la nueva escuela, los líderes están abiertos a aprender de otros. Para equilibrar esto, el líder debe usar su experticia para los retos, pero aceptar las limitaciones de esta y abrirse a nuevos conocimientos: sobre todo en tiempos digitales.En la vieja escuela, los líderes tenían fuertes convicciones y consistencia al tomar decisiones. En la nueva escuela, la capacidad del líder de adaptarse o cambiar curso ante nueva información es una fortaleza. Si esta tensión no se maneja, el líder puede ser muy rígido por un lado o sumamente laxo por el otro. Similarmente, en la vieja escuela el líder debe tener planes operacionales bien definidos. En la nueva, el líder debe tener una visión hacia la cual dirigirla. Balancear esto también es importante: por un lado, proveer una guía para la empresa y por otro asegurar que la visión no sea irreal o intangible.En la vieja escuela, el líder debe dirigir desde arriba y tomar las decisiones. En la nueva, el líder busca empoderar a otros para lograr las metas. La clave está, por un lado, en no marginar o alienar al talento y por otro para no minar la autoridad propia. Similarmente, la vieja escuela plantea al líder como alguien que dice qué hacer y cómo hacerlo. En la nueva escuela, el líder escucha a otros antes de hacer una decisión. Si no se escucha, se pierde información importante. Pero si no se indica, se pierde la oportunidad de aplicar el conocimiento propio.En la vieja escuela, el líder debe hacerle caso a su intuición. En la nueva, el líder debe basar sus decisiones en datos. Sin balancear esto, el líder puede tomar decisiones basadas en información anacrónica por un lado o ignorar los aprendizajes valiosos de experiencias pasadas por el otro.En la vieja escuela, el líder debe ser perfeccionista con el producto final. En la nueva, el líder considera que hacer las cosas rápido es más importante que el perfeccionismo. Por un lado, podría retrasar iniciativas importantes. Por otro, podría producir resultados vergonzosos.
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El líder empresarial: ¿Cómo transitar entre…
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En el liderazgo empresarial, existen dos “escuelas”. La vieja escuela basada en el control –que se enfoca en dar órdenes, seguir estrictamente los planes y confiar en el instinto– y la nueva escuela basada en la flexibilidad: que se enfoca en hacer preguntas abiertas, ajustarse a nuevos fines a medida que surge nueva información y depender de datos para hacer decisiones. Sin embargo, en un ambiente empresarial marcado por lo digital, es crucial que un ejecutivo exitoso sea bueno en ambas formas. Entonces ¿Cómo son estas tensiones entre ambos estilos de liderazgo y cómo se pueden navegar?En la vieja escuela, los líderes tenían experticia profunda y niveles de competencias incrementales. En la nueva escuela, los líderes están abiertos a aprender de otros. Para equilibrar esto, el líder debe usar su experticia para los retos, pero aceptar las limitaciones de esta y abrirse a nuevos conocimientos: sobre todo en tiempos digitales.En la vieja escuela, los líderes tenían fuertes convicciones y consistencia al tomar decisiones. En la nueva escuela, la capacidad del líder de adaptarse o cambiar curso ante nueva información es una fortaleza. Si esta tensión no se maneja, el líder puede ser muy rígido por un lado o sumamente laxo por el otro. Similarmente, en la vieja escuela el líder debe tener planes operacionales bien definidos. En la nueva, el líder debe tener una visión hacia la cual dirigirla. Balancear esto también es importante: por un lado, proveer una guía para la empresa y por otro asegurar que la visión no sea irreal o intangible.En la vieja escuela, el líder debe dirigir desde arriba y tomar las decisiones. En la nueva, el líder busca empoderar a otros para lograr las metas. La clave está, por un lado, en no marginar o alienar al talento y por otro para no minar la autoridad propia. Similarmente, la vieja escuela plantea al líder como alguien que dice qué hacer y cómo hacerlo. En la nueva escuela, el líder escucha a otros antes de hacer una decisión. Si no se escucha, se pierde información importante. Pero si no se indica, se pierde la oportunidad de aplicar el conocimiento propio.En la vieja escuela, el líder debe hacerle caso a su intuición. En la nueva, el líder debe basar sus decisiones en datos. Sin balancear esto, el líder puede tomar decisiones basadas en información anacrónica por un lado o ignorar los aprendizajes valiosos de experiencias pasadas por el otro.En la vieja escuela, el líder debe ser perfeccionista con el producto final. En la nueva, el líder considera que hacer las cosas rápido es más importante que el perfeccionismo. Por un lado, podría retrasar iniciativas importantes. Por otro, podría producir resultados vergonzosos.